Desde que llegamos al Nemrut no dejamos de ver animalitos, empezando por una tortuga de tierra que en nuestra ignorancia queríamos devolver al río. Menos mal que pasaba por ahí el pastor de cabras Hussein, y nos dijo que la tortuga no era de agua. Nos hizo mucha ilusión porque nunca antes habíamos visto tortugas salvajes. A partir de entonces no dejamos de verlas hasta que volvimos a Estambul.
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La primera tortuga que vimos, cerca de Karadut. |
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Álvaro con otra compañera en el yacimiento arqueológico y Patrimonio de la Humanidad de Xanthos. |
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Andrea sacando a una tortuga de la carretera, en el yacimiento de Patara. |
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Con otra tortuga en Faralya (Valle de las Mariposas). |
Otros animales que nos han acompañado en este viaje han sido las ovejas y las cabras, dándonos los buenos días cada mañana mientras intentaban comerse nuestra tienda de campaña, nuestros zapatos, o cualquier otra cosa que pillaran. Aunque después del mes de noviembre en los campamentos de refugiadxs saharauis en Tindouf, las cabras ya no nos provocan ninguna curiosidad.
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El rebaño de Hussein Orhan en Karadut. |
También muchos insectos de talla variada han querido compartir nuestro camino, y a veces nuestra cama. Algunas saltamontes nos llamaron la atención por su tamaño y colores, especialmente en la isla de San Nicolás, cerca de Öludeniz.
En cuanto a la flora, ha sido muy variada y explosiva, pues viajábamos en primavera. Desde las montañas hasta la playa, los paisajes cambiaban mucho. Destacamos los almendros en flor (esperando que no fueran cerezos, la verdad, somos botánicxs) en la subida al Nemrut, las margaritas en Kekova, las flores silvesters de Hasankeyf y el palmeral de Patara. Lo malo es que también a la alergia de Andrea le encantó la sobredosis de polen en el ambiente.
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Subiendo al Nemrut. |
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Las margaritas de Kekova. |
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Hasankeyf. |
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Álvaro en el palmeral de Patara. |
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