Bandung no figuraba en nuestro itinerario porque nuestra
guía no decía gran cosa, pero cuando Adhi, un estudiante indonesio que
conocimos en el parque de Baluran, nos invitó a su casa no nos lo pensamos dos veces.
En la estación de trenes nos estaba esperando, y según
llegamos nos dijo que no nos preocupáramos de nada. Éramos sus invitadxs y él
se iba a encargar de todo. Nos había preparado un montón de cosas que hacer y
sitios a los que ir. Estaba muy disgustado por lo que decía la guía de Bandung
y quería demostrarnos que había muchas más cosas.
Cenamos con sus amigos y nos condujo a su casa donde nos
esperaba su familia. Por el camino pudimos por fin hablar con alguien que
entendía lo que pensábamos de Indonesia y cómo nos sentíamos cuando veíamos a
le gente haciendo cosas como trepar a las estatuas en Borobudur. En su casa nos
esperaba una acogedora habitación y sobretodo, una ducha de agua caliente.
Llevábamos más de un mes sin una, porque en Indonesia es un bien escaso,
incluso en hoteles buenos, donde las habitaciones tienen aire
acondicionado y no agua caliente.
Por la mañana tomamos un gran desayuno para coger fuerzas,
el plan del día era ambicioso. Recogimos a algunxs amigxs suyos y nos dirigimos
al sur de Bandung, una ciudad rodeada de montañas.
La primera parada fue el Kawah Putih, un lago de azufre en
el cráter de un volcán. Era muy bonito e impresionante porque podías pasear por
la orilla, e incluso tocar el agua. Además éramos los únicos extranjeros y el
sitio estaba muy tranquilo. Bajamos del volcán y seguimos por unas plantaciones
de té realmente espectaculares hasta llegar a un lago, un lugar muy agradable frecuentado
por lxs locales que quieren escapar de los humos de la ciudad.
Tras comer al lado de unos arrozales, atravesamos todo el
caos y el atasco de la ciudad para ir hacia el norte. Esta vez nuestro destino
eran unos baños termales con agua caliente natural y un poco de sulfuro que nos
dejó muy bien la piel. El
sitio perfecto para relajarse y acabar el día.
El día siguiente hicimos las cosas con un poco más de calma,
desayunamos bien y nos fuimos a visitar la ciudad. Fue una pena que el Museo de
la Conferencia Asia Africa (más conocida por la ciudad que le da nombre)
estuviera cerrado, pero pudimos ver la mezquita principal en cuyo diseño había participado
el padre de Adhi.
Por la noche fuimos a cenar en familia a un restaurante muy
bueno. Lo cierto es que en Bandung comimos muy bien, hay un montón de
restaurantes excelentes y variados, aunque un poco difíciles de encontrar sin
ayuda.
A la mañana siguiente nos despedimos de la familia, y por si
su hospitalidad no hubiera sido suficiente nos regalaron unas telas típicas
preciosas. Esperamos que algún día puedan visitarnos a nosotrxs y tratarlxs
igual de bien.
Bandung
didn’t figure in our itinerary because our guidebook didn’t say many things
about it, but when Adhi, an Indonesia student that we met in Baluran Park,
invited us to his house, we didn’t hesitate to accept.
He was
waiting for us on the train station, and as soon as we arrived he told us not
to worry about anything. We were his guests and he would take care of
everything. He had prepared lots of things to do and places to visit. He was
very upset about the things that the guidebook said about Bandung and he wanted
to show us that there was much more.
We had
dinner with his friends and he drove us to his house where his family was
waiting. On the way we were very happy to finally found someone that understood
what we thought about Indonesia and how we felt when we saw the people doing
things like climbing on the statues of Borobudur. In his house a comfortable
room was waiting for us, and even more, a hot shower. It had been more than a
month since the last one, because it’s a rare good in Indonesia, even in good
hotels, where the rooms have air-con but not hot water.
Kawah Putih
was our first stop, a sulphur lake in the crater of a volcano. It was very
beautiful and impressive because you could walk around the shore, and even touch
the water. Moreover we were the only foreigners and the place was really calm.
We went down the volcano and we continued through some tea plantations that
were really astonishing until we reached a lake, a very nice place frequented
by the locals who want to escape the bad smokes of the city.
After
eating next to some rice fields, we crossed all the chaos and the city’s
traffic jam to go up North. This time, our destination was some hot springs
with natural hot water with a bit of sulphur that did wonders on our skin. The
perfect place to relax and end the day.
The next
day we did everything with more calm, we had a good breakfast and we went to
visit the city. It was a pity that the Museum of the Asia Africa Conference
(better known for the city in which it took place) was closed, but we saw the
main mosque in whose project Adhi’s father had worked.
At night we
went to have dinner with all the family to a very good restaurant. The truth is
that in Bandung we ate very well, there are lots of excellent and varied
restaurants, but they are not that easy to find without help.
The next
morning we said goodbye to the family, and if their hospitality hadn’t been
enough they offered us some wonderful typical tissues. We hope that someday
they will be able to visit us and treat them as well as they did.
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