Después de dos maravillosas semanas en Bali, nuestra primera
parada en la isla de Java fue en el Parque Nacional de Baluran, conocido en
Indonesia como “Little Africa”.
A media hora del puerto de Ketapang, al que llegamos desde
Gilimanuk (en Bali), se encuentra la entrada al parque.
Elegimos Baluran por varias razones. La primera es que este
parque no es nada turístico. Además, es de fácil acceso y hay alojamiento
barato dentro. Por otro lado no es necesario contratar los servicios de un guía
para visitar el parque. Y por último, es posible tanto hacer rutas a pie como
ir a la playa.
Nos quedamos en Bekol (a 12km de la entrada), un puesto de
vigilancia de los rangers donde hay alojamiento muy básico por 3€ por persona.
No hay agua caliente, y la electricidad funciona de 5pm a 11pm. No hay
restaurante, pero sí una cocina abierta a lxs visitantes. A 4km se encuentra la
playa de Bama, donde es posible alojarse por el doble. Allí hay una cafetería,
pero los dueños la abren cuando quieren y hay turistas suficientes.
El primer día fuimos hasta la playa con mucha hambre,
siguiendo el jungle trek, camino que atraviesa diferentes tipos de bosque y
vegetación, y por el que nos prometieron que veríamos muchos animales. En los
5km solamente vimos una gallina, unos monos negros huyendo de nosotrxs
despavoridos, y un ciervo enorme.
Una vez en la playa descubrimos a los monos pescando (sólo
lo hacen con la marea baja). Como siempre intentaron quitarnos nuestras cosas,
pero fuimos más rápidxs. La playa es preciosa, y al ser tan inaccesible, estaba
vacía. Junto a la orilla hay una parte poblada de manglares habitados por monos
gamberros.
Hacer snorkel en el arrecife de coral, a unos cincuenta
metros de la orilla, fue maravilloso. Por fin encontramos a Nemo y a su familia
en una anémona junto a un enorme coral azul. Además es posible alquilar canoas
y máscaras y tubos en la playa.
Volvimos a Bekol a con dos profesoras vascas que conocimos
en la playa por el camino que atraviesa la sabana. Al atardecer vimos manadas
de ciervos, que son muy asustadizos, y grupos de monos.
Desde el puesto de observación de Bekol vimos una manada de
banteng o búfalos de agua dándose un baño en una charca cercana, y decidimos
esperarlos allí al atardecer del día siguiente.
Por la noche conocimos a nuestrxs compañerxs de “albergue”,
un grupo de universitarixs indonesixs que nos contaron muchas cosas sobre su
país. Entre ellxs estaba Adhi, de quien volveremos a hablaros próximamente.
En nuestro segundo día vimos muchísimos más animales. Fuimos
y volvimos de Bekol por el camino que tomamos la tarde anterior. Había muchos
ciervos, algunos de los cuales se acercaron a nosotrxs por despiste. Sino, cada
vez que dábamos un paso hacia ellos, ellos se alejaban veinte.
Después de hacer snorkel con las amigas vascas y visitar a Nemo de nuevo, fuimos a esperar a
los banteng. Esperamos y esperamos hasta que, a la media hora, descubrimos que
estaban justo detrás de nosotrxs. Lo que más nos impresionó fue su tamaño. Esos
bichos son enormes. Pasamos una hora mirándolos con fascinación y acercándonos
poco a poco. Una vez que se acostumbraron a nuestra presencia pudimos
contemplarlos bañándose plácidamente en una charca.
Recomendamos vivamente este lugar poco frecuentado por su
maravillosa naturaleza y la posibilidad de estar tan cerca de animales
salvajes. A pesar de que las instalaciones son precarias y es necesario llevar
tu propia comida, visitar el Taman Nasional Baluran es una experiencia
increíble.
After
spending two wonderful weeks in Bali, our first stop on the island of Java was
in Baluran National Park, known in Indonesia as “Little Africa”.
Half an
hour from the Ketapang’s port, at which we arrived from Gilimanuk (in Bali),
you can find the entrance to the park.
We chose
Baluran for different reasons. The first one is that the park is not very
touristy. Moreover, it’s easy to reach, and inside you can find cheap accommodation.
Even better, you don’t need to hire a guide to visit the park. Finally, you can
go hiking as well as swimming on the beach.
We stayed
in Bekol (12km away from the entrance), the park ranger’s headquarters where
you can find very basic accommodation for 3€ per person. There is no hot water,
and the electricity works only from 5pm up to 11pm. There is no restaurant, but
you can use the kitchen. The beach of Bama is 4km away, where you can stay for
the double. There is a cafeteria, but the owners open it whenever they want and
when there are enough tourists.
The first
we went to the beach starving, following the jungle trek, a trail that crosses
different types of forests and vegetation, and through which they promised us
to see lots of animals. In the 5km we only saw a hen, some black monkeys
running away from us, and a huge deer.
Once on the
beach we discovered the monkeys fishing (only with low tide). They tried to
snatch our stuff, as always, but we were faster. The beach is beautiful, and being
that isolated, it was empty. Next to the shore there is a mangrove forest inhabited
by prankster monkeys.
Snorkeling
along the coral reef, fifty metres away from the shore, was amazing. We finally
found Nemo and his family in an anemone close to a huge blue coral. Moreover, it’s
possible to rent canoes and snorkeling gear.
We went
back to Bekol with to Basque teachers we met in the beach following the path
that goes through the savannah. At sunset with saw herds of deer, which are
very scary, and groups of monkeys.
From Bekol’s
observation post we saw a herd of banteng, or water buffaloes, bathing in
nearby pond, and we decided to wait for them at sunset the day after.
During the
night we met our companions from the “hostel”, a group of Indonesians that were
studying in university and that told us many things about their countries.
Among them, we met Adhi, of whom we will speak about soon.
On our
second day we saw a lot more animals. We went and came back to Bekol through
the path we followed the previous evening. There were lots of deer, some of
them came really close to us without noticing. If not, each time we took a step
towards them, they went away twenty.
After
snorkeling with our Basque friends, and visiting Nemo again, we went to wait
for the banteng. We waited and waited until, half an hour later, we realized
that they were just behind us. What impressed us most was their sheer size.
Those animals are animals are huge. We spent an hour looking at them with
fascination, approaching very slowly. Once they got used to us we were able to
observe them taking a placid bath in a pond.
We vividly
recommend this unfrequented place because of its marvelous nature and the
chance of being so close to wild animals. Despite the facilities being
precarious and the fact that you need to bring your own food, visiting the Taman
Nasional Baluran is a wonderful experience.
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