lunes, 20 de agosto de 2012

Cremación en Bali / Cremation in Bali



Nuestro tercer día en Bali tuvimos la oportunidad de asistir a la cremación de un importante miembro de la familia real de Ubud. A pesar de que no pudimos enterarnos de todo, os vamos a contar lo que vimos y descubrimos gracias a l@s lugareñ@s.

Como ya hemos dicho, falleció un miembro de la familia real de Ubud, y es que en Bali algunas regiones tienen su propia dinastía. Sin verdadero peso en la política, las familias reales siguen teniendo una importancia en lo social y religioso.

Como no todo el mundo puede permitirse los gastos de una cremación, muchas personas son enterradas al morir a la espera de un acontecimiento como este (la muerte de alguien con dinero básicamente). Es entonces cuando exhuman los cadáveres para cremarlos.

La cremación del 28 de julio congregó a turistas y locales a lo largo de todo el día.


Cuando llegamos a la calle principal de orientación este/oeste sobre las diez de la mañana había muchísima gente. Además estaban presentes los bomberos, la policía y el ejército (algo excepcional). Mientras el público esperaba el comienzo de la ceremonia, l@s vendedor@s hacían su agosto con las bebidas frías (hacía mucho calor), la comida, los sarongs (prenda típica de Bali, que consiste en una tela que se enrolla alrededor de la cintura y cubre hasta los pies, y que utilizan tanto mujeres como hombres), etc. Las mujeres transportaban toda la mercancía en barreños o cestos sobre sus cabezas (así es como las mujeres balinesas llevan sus cosas siempre).


Había bandas de música tradicional cada diez metros, y fueron las encargadas de anunciar la salida de la “procesión”.

Primero una parte se dirigió hacia el oeste con los cadáveres de la gente no importante. Cada cuerpo iba en una estatua con forma de toro. La estructura era de metal, recubierta de papel, corcho y telas. Sobre cada toro (salieron una treintena) cabalgaba un niño vestido de negro, y llevado en una estructura de bambú (como las que se usan en las procesiones de Semana Santa) por una docena de hombres. Todos iban ataviados con el sarong y un pañuelo en la cabeza a juego.


Mientras algunas bandas de música acompañaban esta “procesión”, la principal con el difunto real salió hacia el este.

Un toro enorme con su correspondiente jinete (esta vez un adulto)  abría la marcha. Para no repetirnos, diremos que todas las estructuras que desfilaron eran llevadas a hombros por hombres (a veces más de treinta) conjuntados a lo cofrade.


Un porche grande de bambú llevaba a un señor mayor vestido de blanco y con muchos accesorios que debía ser alguien importante porque llegó escoltado (creemos que de la familia real).


Detrás había un dragón enorme y una torre altísima con dos hombres con capa encaramados a lo alto. También pasaron de mujeres de elegante morado con sombrilla sentadas en unos palanquines.



El comienzo fue muy emocionante, en parte porque llevábamos tres horas esperándolo, por la música y el movimiento de las estructuras. Cada rato salían corriendo unos veinte metros y paraban a descansar. La multitud corría detrás, con las bandas de música y todo lo demás. Al parecer hubo más de un desmayo.

Sobre las 15h hicimos una pausa para comer en un restaurante local (warung). Con la tripa llena seguimos los pasos de la “procesión” hasta el lugar de la cremación, un descampado con una pira funeraria frente a un templo.

Nos contaron que habían trasladado el cuerpo de la torre al interior del toro para cremarlo junto a la cabeza del dragón. Llegamos justo antes de que empezaran, cuando la gente cogía sitio para tener buenas vistas.

Colocaron montones de ofrendas bajo el toro (incluidas cabezas de cerdo) y le prendieron fuego con una antorcha. De la boca del dragón salían chispas de colores y poco a poco quedó al descubierto la estructura metálica del toro.



Como las llamas no alcanzaban el cadáver, en el lomo del toro, con una vara de bambú lo  bajaron a golpes. Nada sutil. A pesar de la maniobra, el cuerpo no se quemaba lo bastante rápido, pero en Bali tienen soluciones para todo. Un hombre con un lanzallamas se encargó de terminar la faena.


El humo olía muy mal, y se veía perfectamente el cuerpo mientras se quemaba: los pies, las manos, todo se retorcía entre las llamas. Mientras, la juventud comía las palomitas que ofrecían vendedor@s ambulantes.

Todo un espectáculo.

On our third day in Bali we had the chance to assist to the cremation of an important member of Ubud’s royal family. Even if we didn’t understand everything that was going on, we are going to tell you what we saw and discovered thanks to the locals.

As we have already said, a member of Ubud’s royal family passed away, the thing is that in Bali some regions have their own dynasties. Without any real political importance in politics, they still play a big role in the social and religious aspects of life.

Everyone can’t afford to pay for a cremation so many are buried when they die, and wait for an event like this (the death of someone with money basically). It is then when they unbury the corpses to cremate them.
Tourists and locals gathered all day long during the cremation of the 28 of July.

When we got to the main street running East to West around ten in the morning the place was very crowded. Moreover you could see firemen, police and the army (something exceptional). While the public waited for the beginning of the ceremony, the sellers made the most out of it with the cold drinks (it was very hot), the food, the sarongs (a typical dress from Bali, which consists of a tissue that you put around your waist and covers down to the feet, and that is used by women as well as men), etc. The women carried all their goods in big baskets over their heads (that’s the way Balinese women carry their thing always).

There were traditional music bands every ten metres, and they were the ones that announced the start of the “procession”.

At first one part headed West with the corpses of the non-important people. Each corpse was carried in a statue with shape of a bull. The structure was built out of metal, covered with paper cardboard and tissues. A boy dressed up in black rode each bull (there were around thirty), and he was carried on a bamboo structure (like the ones used during the Easter processions) by a dozen men all wearing sarongs and matching ribbons on their heads.

Meanwhile some music bands accompanied this “procession”, the main one with the royal dead went eastwards.

A huge bull with its own rider (this time an adult) opened the way. In order not to repeat ourselves, we’ll say that all the structures that marched were carried by men on their shoulders (sometimes more than thirty) wearing the same clothes of a religious brotherhood.

A pavilion made out of bamboo carried an old men dressed up in white with lots of accessories that had to be someone important because he arrived escorted (we think that he belonged to the royal family).

Behind there were a huge dragon and a very high tower with two men with cloaks clinging on to the highest part. In addition to this, a couple of women wearing an elegant purple were carried on some kind of thrones under umbrellas.

The beginning was very exciting, partly because we had been waiting for three hours, and because of the music and the movement of the structures. Every now and again they started running some twenty metres and they stopped to rest. The crowd ran behind, with the music bands and everything else. It appears that more than one person fainted.

Around three we took a break to eat in a local restaurant (warung). With our stomachs full we followed the steps of the “procession” until the place where the cremation would take place, an empty esplanade with a funerary pyre in front of a temple.

We were told that they had moved the corpse from the tower to the interior of the bull to burn it alongside the dragon. We arrived just before they started, when everyone was looking for a good place from which to see it.

They put heaps of offerings below the bull (pig’s heads included) and they started the fire with a torch. Some colourful fireworks came out of the dragon’s mouth, and eventually the metal structure of the bull became visible.

Because the flames didn’t reach the corpse, situated on the upper part of the bull, they hit it with a bamboo stick so it fell down. Nothing subtle whatsoever. Despite this move, the body didn’t burn fast enough, but in Bali they have answers for everything. A man with a flame thrower was the one to put an end to the job.

The smoked smelled really bad, and you could see perfectly the body while it was burning: the feet, the hands, everything shrieked in the flames. The youngsters watching were eating the popcorn offered by street hawkers.

Everything was a big show. 

2 comentarios:

  1. el lanzallamas como la navaja suiza, hay que llevarla siempre encima que nunca sabes cuando te va a hacer falta jeje

    Les gusta el gore...http://www.youtube.com/watch?v=i-UvhDrVR9Q

    ResponderEliminar
  2. Kamatxo cuanta sabiduría en tus palabras... si es que no sé cómo se nos pasó lo del lanzallamas. La canción muy acertada para la ocasión... Y por Madrid, qué tal? Un abrazo!

    ResponderEliminar