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viernes, 20 de julio de 2012

Seguimos comiendo en Tailandia


También en nuestros apartados gastronómicos hay lugar para lo bizarro, y Tailandia se ha prestado a ello especialmente.

Los mercados callejeros han sido el escenario ideal para deleitarnos con lo desconocido.

El Talat Mai, mercado de Chinatown en Bangkok, y el Sunday Walking Street de Chiang Mai son los mejores sitios para gustos exóticos.

En el primero no nos atrevimos con nada, recién llegad@s a Tailandia preferimos la cautela. Sin embargo, vimos cosas como estas. No os diremos lo que son porque no lo sabemos, si alguien lo sabe, que por favor nos lo cuente.


En el Sunday Walking Street de Chiang Mai nos sentimos más aventurer@s y nos comimos, después de larga deliberación (había mucho donde elegir), unos gusanitos fritos.


La oferta, como os decimos, era de lo más variada. Saltamontes, grillos, gusanos de seda, cucarachas... y todo a muy buen precio.



Pero no solo hay cosas raras en los mercados, por las calles y los jardines hay muchos árboles con frutos de todo tipo. Desde los típicos cocos y plátanos, a frutas enormes y con formas inusuales. La verdad es que tampoco sabemos muy bien lo que son, a ver si alguien nos puede ayudar.


Pero todo sienta mucho mejor con un buen batido con helado de chocolate.

True story.












jueves, 19 de julio de 2012

Comiendo en Tailandia


Comer en Tailandia es un placer para el paladar y para el bolsillo.

La mayoría de los restaurantes son locales familiares y la comida es cien por cien casera.

La cubertería no es una excepción, los platos y los cubiertos son todos diferentes. No hay cuchillos pero normalmente te ponen tenedor, cuchara y palillos. Nosotr@s hemos visto a mucha más gente comer con tenedor y cuchara más que con palillos.

Los dos alimentos principales de la cocina tailandesa son los noodles (generalmente de arroz) y el arroz.

Nuestro plato preferido es el pad thai, unos noodles al wok con verduras, huevo, brotes de soja, cacahuetes picados, lima y pollo, cerdo o gambas a elegir. En cada sitio lo hacen de forma distinta, algunos le ponen lechuga, el tipo de noodle cambia, en algunos pica y en otros está más dulce. Los precios de esta delicia que se encuentra en todos los sitios oscilan entre uno y dos euros.

Pad thai.

Más pad thai.

Pero hay infinidad de maneras de cocinar los noodles, por lo que se pueden encontrar fritos, en sopas, a la plancha, hervidos... Y con toda clase de aderezos y condimentos.

Pad thai, sopa y pad krapao.

Sopa de noodles con pollo, jengibre y cilantro; noodles fritos con gambas y salsa agridulce; noodles con ternera y salsa de ostras... Y mil combinaciones más, a cada cual más deliciosa.

Sopa de noodles.

Luego está el arroz, producto del que Tailandia es el mayor exportador del mundo. Lo comen en sopa, frito con verduras y frutas exóticas como la piña. Cualquier plato de carne/pescado viene siempre acompañado de arroz, aunque sea hervido.

Con la tripa llena Álvaro es feliz.

Los precios  son también muy asequibles, desde menos de un euro el plato de arroz hervido, hasta lo que un@ quiera pagar.

El arroz les gusta tanto que hasta las hamburguesas las hacen de arroz.

Aquí no saben lo que es el pan.



miércoles, 18 de julio de 2012

Un día, un color


En Koh Tao cada día termina con un color diferente. Las fotos a continuación no han sido retocadas, principalmente porque no sabemos hacerlo (aunque la verdad es que no hace falta).

La playa de Sai Ri está orientada hacia el oeste, por lo que cada atardecer es único.







martes, 17 de julio de 2012

El placer de no hacer nada


En Koh Tao el placer de no hacer nada sólo cuesta 10€ al día por persona. 

Álvaro practicando el placer de no hacer nada.

Desglose:
Bungalow para 2 personas: 12€ al día.
Desayuno: 1€ por dos yogures y unos cereales.
Comida y cena: las dos por 3€ por persona y día. Pad thai de pollo y arroz frito con cerdo y salsa de ostras (por ejemplo).
Transporte: tus pies, 10 metros del bungalow al restaurante, y otros diez del restaurante a la playa.
Extras: 1,5L de agua 0,5€.


Nosotr@s hemos disfrutado de esta dieta milagrosa durante una semana. El paraíso está al alcance de todos los bolsillos.

Si es que no hay que hacer nada.

¿Qué se puede hacer no haciendo nada?
Bucear, bañarse en la playa, dorarse en la arena, pasear, ver atardeceres espectaculares, leer, escribir, dormir, comer... Las posibilidades son infinitas.

Nada de nada.

El agua está tan caliente que puede estar lloviendo fuera o desatándose una auténtica tormenta tropical y no pasas frío, sino calor.

El agua es tan cristalina que puedes ver muchos peces sin ni siquiera ponerte las gafas de bucear.

La comida es casera en cada local, y hay mil opciones por un euro y medio.

No hace falta madrugar.

Toda la gente es feliz en este mundo perfecto :)




lunes, 16 de julio de 2012

"Bajo del mar, bajo del mar..."


Andrea bajo del mar...

"Tú crees que en otros lagos las algas más verdes son 
Y sueñas con ir arriba, y qué gran equivocación! 
¿No ves que tu propio mundo no tiene comparación? 
¿Qué puede haber allá fuera que causa tal emoción? 

Bajo del mar, bajo del mar 
Vives contenta, siendo sirena eres feliz 
Sé que trabajan sin parar y bajo el sol para variar 
Mientras nosotros siempre flotamos 
Bajo el mar 

Los peces son muy felices, aquí tienen libertad 
Los peces allá están tristes, sus casas son de cristal 
La vida de nuestros peces muy larga no suele ser 
Si al dueño le apetece, a mí me van a comer 

Bajo el mar, bajo el mar 
Nadie nos fríe ni nos cocina en una sartén 
Si no te quieres alinear bajo el mar te quedarás 
Y sin problemas entre burbujas 
Tú vivirás 

Bajo el mar, bajo el mar 
Hay siempre ritmo en nuestro mundo al natural 
La manta-raya tocará, el esturión se unirá 
Siempre hay ritmo, ritmo marino 
Bajo el mar 

Oye la flauta, oye el arpa 
Al contrabajo ponle atención 
Verás las trompetas y el tambor 
Disfruta de tu canción, sí 
Con la marimba y el violín 
Las truchas volteando, el otro cantando 
Y sin olvidar los del clarín 
Que empiece la función 

Sí, bajo el mar, bajo el mar 
Hay bailarinas, son las sardinas, ven a bailar 
¿Para qué quieres explorar si nuestra banda va a tocar? 
Hay castañuelas, son las almejas bajo el mar 
Y las babosas son tan mocosas bajo el mar 
El caracol es saxofonista 
Y las burbujas llenan la pista 
Para que bailes en esta fiesta 
Bajo el mar"


Mientras buscábamos a Nemo entre las aguas cristalinas le vino a la mente a Andrea esta canción. Y es que la isla de Koh Tao es un muy buen lugar para bucear o hacer snorkel, y nosotr@s nos decantamos por lo segundo, después de cargar con las gafas y el tubo por Sri Lanka y media Tailandia.

Un arrecife de coral rodea toda la isla como un anillo gigante que alberga un mundo maravilloso. Aunque hay que alejarse bastante de la costa para encontrar aguas más profundas, a tan sólo veinte metros de la orilla ya hay una enorme cantidad de peces.

Lo más increíble es que normalmente nunca vemos naturaleza en estado salvaje, sino sólo pobres animalitos enjaulados o domesticados. El buceo ofrece la posibilidad de ver vida salvaje y codearse con ella. Un par días vimos enormes bancos de peces comiendo en el arrecife.

En Estambul Álvaro compró una funda para hacer fotos submarinas que utilizamos, aunque sin demasiado éxito. Lo único que hemos podido sacar han sido nuestras caras enmascaradas, mientras que ha sido imposible que ningún pez posara para nosotr@s.

Álvaro subacuático.

Hellooooooo

Sin embargo hemos decidido buscar algunos de los peces que se pueden ver, y que hemos visto, para animaros a tod@s a adentraros en el mundo submarino.

El parrot fish es sin duda el que más nos impresionó; primero, porque llegamos a ver alguno muy grande (de casi un metro de largo), y segundo, porque sus colores eran tan llamativos como en la foto de abajo.

Los lion fish eran los más difíciles de ver porque se pegaban a las rocas del fondo y se camuflaban muy bien.

Pero si nos quedamos con un, es desde luego con el oriental butterfly fish, el último que hemos puesto.

Black yellow fish.

No conocemos su nombre, pero estaban por todas partes.

Lion fish.

Parrot fish


Oriental butterfly fish.



sábado, 14 de julio de 2012

Llegar a Koh Tao


Koh Tao es una isla del golfo de Tailandia, de 7km de largo por 2km de ancho. Con la ilusión de descansar unos días (esto de viajar y visitar es muy cansado) cogimos el tren nocturno de Bangkok a Chumphon, a 450km al sur.  

Medio dormid@s nos metimos en un autobús lanzadera camino del puerto. Los billetes que venden generalmente son combinados y te incluyen el tren, el traslado al embarcadero, y el barco a la isla. El precio final es de 25€, y no nos parece nada barato.

Cuando bajamos del autobús para coger el catamarán, las vistas eran impresionantes: un pantalán larguísimo sobre aguas turquesas, y de fondo peñascos cubiertos de frondosa vegetación y el mar infinito.

La pasarela al paraíso.

Una hora y media navegando hasta que por fin llegamos a Koh Tao. Todo parecía una postal o un anuncio de una agencia de viajes. 

Cogimos un taxi con la pareja bilbaína que habíamos conocido en la estación de Bangkok, y junt@s empezamos a buscar alojamiento.

Fue más difícil de lo que creíamos, pero lo conseguimos.

Álvaro en el porche de nuestra nueva casa.

Bungalow para dos personas con porche, cama doble y baño completo, a diez metros de la playa, por 12,50€. Lujo extremo.

Welcome to Sairee Beach, Koh Tao.







viernes, 13 de julio de 2012

Anochece en el norte


A pesar de las mosquitas (porque son las hembras las que pican, y no los mosquitos), alguna que otra noche nos hemos atrevido a salir a la calle a ver qué se cocía.

Aún así no ha sido fácil disfrutar de muchos atardeceres en Tailandia, pues en el norte suele nublarse por la tarde y llover. 

En Sukhothai no nos quedó más remedio que salir del hotel: en el parque de enfrente se celebraba un festival  con teatro y música que no nos dejaba descansar. Nos rociamos de antimosquitas y esto fue lo que nos encontramos.


La primera noche en Chiang Mai decidimos pasear hasta la entrada este de la ciudad vieja buscando algo que comer. Así se veía de noche.


Pedaleando en Ayuthaya se nos hizo de noche entre templo y templo, y cuando ya empezaba a chispear iluminaron algunos templos.



jueves, 12 de julio de 2012

Parada técnica en Bangkok


Como en Estambul no habíamos podido vacunarnos de la encefalitis japonesa, regresamos a Bangkok desde Ayuthaya para ello. 

Nuestras dosis anti-encefalitis, yuju!

Nos vacunamos pronto en la Thai Travel Clinic, una clínica universitaria especializada en enfermedades tropicales (y que sin duda recomendamos por su eficiencia y buenos precios), y aprovechamos la tarde para darnos una vuelta.

Fuimos al maravilloso Monte Dorado, un lugar que la guía te recomienda por sus impresionantes vistas de la ciudad. Nos subimos todos y cada uno de los escalones llen@s de ilusión. Cuando llegamos arriba... en fin, solo diremos que hacía viento. El skyline de Bangkok deja mucho que desear.

Miniatura del monte dorado, que no es de oro.

Dagoba que corona el monte dorado.

Seguimos buscando aventuras y aterrizamos en Khao San Road, una calle muy especial. Es un gueto para guiris, lleno de hostales, bares, tiendas de ropa y souvenirs, ofertas de trajes a medida por 100€, y falsificaciones de títulos universitarios, carnets de conducir, etc. 

La calle de Khao San.

Al principio nos gustó porque Álvaro pudo comprarse un bonito bañador por 5€, pero al cabo de un rato l@s ingles@s borrach@s y medio desnud@s gritando por la calle nos cansaron y nos fuimos.

En Hua Lamphong, la estación principal de Bangkok, esperamos a coger el tren nocturno a Chumphon. Mientras tanto conocimos a una pareja bilbaína encantadora con la que hemos compartido los días siguientes. 

Interior de la estación de tren de Hua Lamphong.

Poníamos rumbo al sur después de visitar tanta ciudad en el norte, llenas de atascos, malos humos, y una humedad insoportable. Como echábamos de menos la naturaleza, abandonamos BKK para irnos a Koh Tao, la tierra prometida.

miércoles, 11 de julio de 2012

Comida gratis en Ayuthaya


Nuestra siguiente parada en Tailandia ha sido en Ayuthaya, la segunda capital de Siam (del siglo XIV al XVIII). Fueron los ejércitos birmanos los que trajeron consigo la caída de esa ciudad. Sin embargo, hoy en día se pueden apreciar todavía los restos de su antiguo esplendor.

Declarada por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad, Ayuthaya es uno de los lugares más visitados en Tailandia, sobre todo por su cercanía a Bangkok.

Como el parque de Sukhothai, es recomendable visitar las ruinas en bicicleta, pues están diseminadas por toda la isla y sus alrededores. El tráfico de la ciudad hace el paseo algo desagradable, pero es sin duda la manera más eficaz de visitarlo todo en un día.



El primer templo que visitamos fue también el que más nos gustó. El Wat Chai Wattanaram, de estilo jemer, es muy impresionante por su buen estado de conservación. Además, está alejado del centro, y es un lugar tranquilo donde descansar un rato con unas vistas espectaculares.



El Wat Lokaya Sutta destaca por tener uno de los budas tumbados (nibbana/postura del nirvana) más grandes del país. El cojín sobre el que reposa la cabeza, con forma de flor de loto, es muy original.



Nos perdimos un poco entre tanto templo, y gracias a ello fuimos a parar a una celebración muy particular. Unas monjas budistas, que aquí también se rapan la cabeza pero visten con telas blancas en lugar de naranjas como los monjes, organizaban un evento religioso. Música, gente vestida de cosas que no entendimos, y comida gratis en un parque al atardecer. Una señora muy amable nos explicó que celebraban durante tres días el aniversario de la iluminación de Buda.



Seguimos con nuestro paseo, aunque con menos luz cada vez para visitar el último conjunto monástico, el Wat Phra Mahathat. Este lugar es famoso, y sale en todas las postales, por una cabeza de buda de piedra atrapada entre las raíces de un árbol, aunque a nosotr@s nos gustó más pasear al atardecer entre las ruinas en soledad. Pudimos ver al anochecer como grupos de murciélagos salían de los templos a cazar. Espectacular.


Lop Buri, ciudad sin ley


Salimos desde Chiang Mai en el tren nocturno y amanecimos en Lop Buri con cuatro horas de retraso. No sabemos si siempre es así, pero todavía no hemos cogido un tren que llegara en hora. No pasa nada, prisa mata amig@.

Lop Buri es una pequeña ciudad, una ciudad sin ley. Sus dos atracciones principales son los templos de estilo jemer y l@s mon@s.


Aquí l@s mon@s son l@s am@s de la ciudad, y los templos no son más que el decorado para sus travesuras. 


Según salimos de la estación de tren vimos un grupo grande de mon@s asaltando un coche de los que tienen la parte trasera descubierta (ranchera/pick up). El o la despistad@ se dejó una caja de mangos a la vista, y a nuestr@s querid@s primates les faltó tiempo para saquearla. 

El coche saqueado.

Hay que tener mucho cuidado con est@s amig@s porque te lo quitan todo. L@s lugareñ@s van provist@s de tirachinas para mantenerles a raya. Otr@s usan palos largos con una cuerda anudada en la punta (menudos latigazos pegan). Todo vale para que no te roben lo que vendes en tu puesto callejero.

Cartel que avisa: cuidado con l@s mon@s que "roban" bolsos.

En los templos, donde la gente deposita toda clase de ofrendas (flores, comida, etc), l@s mon@s se cuelan para robarlas. Por eso, ahora hay guardas que protegen las entradas.

Mon@ a la entrada de uno de los templos.

La verdad es que hemos visto much@s mon@s en Sri Lanka y nos habían hecho mucha gracia. Sin embargo, nos impresionaron mucho el descaro y la agresividad de estos animalitos, y tras un paseo nos volvimos a la estación rumbo a Ayuthaya.

Recomendación a l@s viajantes: la ciudad se visita en un rato, no es necesario (ni aconsejable) hacer noche (especialmente si se viaja con niños y niñas). La ciudad está infestada de mon@s, entorpecen el tráfico, ensucian todo, no puedes relajarte un segundo, y al final se hace pesado.