domingo, 12 de agosto de 2012

Las dos caras de Singapur / The two faces of Singapore



Hablar de Singapur es difícil. Está ciudad-isla-estado es increíble a primera vista y aterradora si se presta más atención.

Cuando llegamos Singapur nos pareció una ciudad muy moderna, con una red de transportes muy nueva y eficiente. En el hostal que habíamos reservado había hasta un sillón de masajes gratuito para l@s huéspedes.

En nuestro primer día cogiendo el metro para ir a Chinatown (para variar) decidimos abrir un batido de chocolate y un bocadillo porque teníamos hambre. De pronto todo el vagón nos estaba mirando, hasta que una señora nos dijo que estaba prohibido comer y beber en el metro. La multa por transgredir esta norma son 500 dólares de Singapur (unos 300 euros). Nos quedamos con hambre y sed hasta que llegamos a nuestro destino.

Chinatown estaba más limpia de lo habitual y extremadamente ordenada. Nos acercamos al Templo del Diente de Buda porque después de ver el de Kandy en Sri Lanka no podíamos perdernos éste. Justo delante del templo había un parquecito donde gente mayor jugaba a las damas mientras lxs curiosxs se arremolinaban alrededor de las mesas. Lo que más nos gustó del templo fue el jardín que había en el tejado.


Seguimos por Little India y nos gustó ver el contraste de ver el antiguo templo Sri Mariamman con los rascacielos detrás. En nuestro paseo también nos encontramos con una mezquita y una iglesia protestante. Parece que las diferentes comunidades conviven en harmonía. El idioma oficial es el inglés pero escriben todo en otros idiomas como el chino o el bahasa.


De camino a los Teatros de la Explanada las calles parecían todas nuevas, había muy poco tráfico, todo estaba muy limpio, el aire era puro y en los tejados de los rascacielos se podían ver jardines. Desde la Explanada hay unas muy buenas vistas de todo el skyline de la ciudad y de un edificio difícilmente descriptible que llamó especialmente nuestra atención.



En Singapur hay muchos espacios verdes, tanto a pie de calle como en las alturas, además de las reservas y los parques naturales de la isla. El primer día vimos un jardín con especias y el segundo días nos fuimos a andar a la Reserva MacRitchie.


Extremadamente bien indicada, la Reserva MacRitchie es un oasis dentro de la ciudad. Con rutas de diferente dificultad, aunque todas relativamente sencillas y cortas (la más larga es de doce kilómetros y da la vuelta al parque), este rincón de jungla está poblado mayoritariamente por macacos, ardillas y mariposas. Al ser una selva tan impenetrable es difícil ver más animales. Sus atracciones principales son un gran lago y un puente sobre los árboles. Anduvimos 15 kilómetros (entre ida y vuelta) para cruzarlo. Lo único que se veía era como se movían las copas de los árboles, ni rastro de animales. Si acaso algún pájaro despistado.


A simple vista Singapur está muy pero que muy bien. Sin embargo, ahora queremos hablar de lo que no se dice.


Las prohibiciones rayan lo absurdo: está prohibido comer chicle en la calle; tanto en el metro como en sus estaciones no se puede comer ni beber ni agua; por medio kilo de marihuana te mandan a la horca (y no es una broma). Además, los castigos corporales siguen vigentes: recientemente a un joven suizo se le ocurrió pintar graffitis en un tren y se llevó no sé cuantos azotes. Hay censura en la prensa, suponemos que por eso todo pinta tan bien…

Singapur da miedo.

Talking about Singapore is difficult. This city-island-state is impressive when you first look at it, but terrifying if you pay more attention.

When we arrived Singapore seemed to be a very modern city, with a new and efficient transport network. In the hostel we had booked there was even massage sofa that was free for all the guests.

On our first day we took the metro to Chinatown (not to lose our habits) and we decided to open a chocolate milkshake and a sandwich because we were hungry. Suddenly the whole coach was staring at us, until a woman told us that it was forbidden to eat and drink in the metro. The fine for disobeying was 500 Singapore dollars (around 300 euros). We couldn’t quench our thirst and hunger until we arrived at our destination.

Chinatown was cleaner than usual and extremely tidy. We walked to the Temple of Tooth of Buddha because after seeing the one in Kandy we couldn’t miss this one. Just in front of the temple there was a park with old people playing checkers and plenty of curious passers-by gathered around them. The temple`s rooftop garden was the thing that we enjoyed the most of all.

We continued through Little India and we liked the contrast of the Sri Mariamman Temple with the skyscrapers on the background. On our way we passed by a mosque and a protestant church. It appears that the different communities live together in peace. The official language is English but everything is written in other languages such as Chinese and Bahasa.

En route to the Esplanade Theatres all the streets seemed to be new, there was very little traffic, everything was very clean, the air was pure and on the roofs of the skyscrapers you could see gardens. From the Esplanade you have great views of the city’s skyline and of hard-to-describe building that drew our attention.

In Singapore there are lots of green areas, on the streets as well as on the top of buildings, in addition to reservoirs and natural parks. On our first day we saw a spice garden and on the second one we went trekking to MacRitchie’s Reservoir.

Extremely well indicated, MacRitchie’s Reservoir is a haven in the city.  With trails of different difficulties, even if all of them are relatively short and easy (the longest is 12km and goes around the park), this swath of jungle is inhabited mostly by monkeys, squirrels and butterflies. Being such a dense jungle it’s difficult to see more animals. Its main attractions are a big lake and a tree top bridge. We walked about 15km (going there and back) to cross it. The only thing we could see were the trees moving, but no animals. If only a stray bird.

At the first glance Singapore is really really good. However, now we want to talk about what is not said.

The prohibitions are almost nonsensical: it’s forbidden to chew chewing gum on the streets; both in the metro and in the stations you cannot eat nor drink even water;  for half a kilo of weed you are sent to the gallows (not kidding). Moreover, corporal punishments are still employed: recently a young Swiss guy decided to tag a train and got lashed. There’s press censorship, we guess that’s why everything looks just great…

Singapore is scary.

1 comentario:

  1. Chicos, a qué peligros os ha podido llevar el batido de chocolate de Andrea (y el bocadillo de los dos) en Singapur... Uff, lo de compartir habitaciones en albergues me recuerda a mis tiempos de viajero años hace por Alemania sobre todo, pero en algunas ocasiones te encuentras gente curiosa y simpática (sí, aunque también eran frecuentes chinxs con otros estándares de civilización y convivencia...). Cuidaos mucho y seguid contándonos. Amarillo de envidia y de calor de los madriles en agosto

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