viernes, 18 de mayo de 2012

Mardin y Urfa, ciudades del sureste


Después de Hasankeyf partimos hacia Mardin con Matthias como compañero de viaje.

La ciudad está a menos de 20km de la frontera turca con Siria, presidiendo de llanura mesopotámica, entre el Tigris y el Éufrates.

Vistas desde Mardin, con Siria al fondo.

Lo que más nos llamó la atención fue el color marfil de la ciudad, que contrastaba con el negro basalto de Diyarbakır. En la cima de la montaña, una fortaleza que utiliza el ejército turco en su lucha contra el PKK, y en la ladera la ciudad. 

Vistas del castillo desde una de las madrasas.

Visitamos dos madrasas (escuelas coránicas) preciosas, una mezquita muy bonita también, y comimos en Kamer, una asociación de mujeres que trabaja en toda la zona. La comida, casera, estaba deliciosa, y aprovechamos para regarla con el vino sirio (como lo llaman allí). 

La Gran Mezquita de Mardin

Cartel de la tienda de la asociación de mujeres que
 regenta el restaurante.

Matthias escogió una habitación en un antiguo palacio, reconvertido en hotel, con unas vistas maravillosas de la llanura, y una terraza muy agradable. Mientras, nosotrxs nos fuimos a las afueras de la ciudad a buscar un sitio donde acampar. 

Al día siguiente, mientras Matthias cogía un autobús, fuimos haciendo autostop hacia la gloriosa (Şanlı) Urfa, ciudad de peregrinación del mundo islámico. 

El lago de los peces y la madrasa.

La ciudad, muy bonita y agradable, destacaba por un conjunto de monumentos, presidido por el "lago de los peces" (Balıklı Göl), y relacionado con el paso de el profeta Ibrahim (Abraham) por Urfa, dónde se dice que nació y vivió en una cueva que pudimos visitar. También se encuentran en este conjunto varias mezquitas, y un parque que lo hace muy especial. En la cima de la colina, coronada por un castillo, había numerosas terrazas en las que disfrutar de un té al atardecer.

Andrea muy a la turca para visitar la cueva de Abraham.

Andrea dando de comer a los peces sagrados para que Allah le cure el pie.

A la mañana siguiente volvimos al lago (que es un estanque en realidad) a dar un paseo con Matthias antes de despedirnos de él tomando un zumo de frutas.

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